Tuesday, October 22, 2013

Vivamos ese amor, para la Gloria de Dios.

Cruzaba una de las esquinas del barrio donde se había acabado de mudar. Hasta ese día su vida simplemente se mantenía en una constante rutina; admiraba y se burlaba al mismo tiempo de las parejas que aparecían en las telenovelas, películas y libros románticos que había visto o leído. La razón de Byron, Neruda o Bécquer, eran para él o ella, pura mitología. Hasta que un flechazo, sí, algo como un flechazo, le llegó al mismo corazón, cuando vio en los ojos de él o ella, algo hasta ese día desconocido. Al mirar a los cielos, Eros, el Dios del amor, le guiñaba un ojo, diciéndole, “ahora sí te atrapé”. Así es la vida de cualquiera de nosotros cuando sin esperarlo, aparece esa persona que complementa nuestra existencia. No podemos explicar el por qué es tan importante para nosotros, y nos damos cuentas rápidamente que su sonrisa no es comparable al destello de las estrellas; en su mirada no hay esa ternura que creíamos; es tan imperfecta o imperfecto como cualquier otra u otro. Sin embargo no sabemos por qué aun así, sigue poseyendo esos encantos, que nos hacen pensar, que bien pudiéramos compartir, lo que nos queda de vida, juntos. Ese es el tema que apasiona a muchos, sobre todo en este hermoso mes de Febrero según el calendario occidental. Sin determinar si es cierta o no la Historia que conecta al obispo Valentino de la ciudad de Roma, con el Día de los Enamorado; si es real o mitológica, como la del dios Eros, lo único que sí estamos convencidos es que el Amorerótico es un regalo de los Cielos, para la dicha y disfrute de los seres humanos. El comienzo del Amor en sentido erótico, como sentimiento, se remonta a los albores mismos de la Humanidad. Es bueno conocer esto, que no podemos explicar por qué amamos en el sentido sexual, si antes no comprendemos el plan de Dios. Había acabado Dios de crear al hombre y le da potestad sobre la Tierra, incluyendo todo lo que en ella había. El primitivo Adán, cumplió con lo que Dios le había requerido. Pero aun así se sentía solo. Pese a las muchas tareas, obviamente divertidas, Adán sentía que le faltaba algo. ¿Qué era? Claro está que aun no lo sabía. Desde lo alto el Señor se compadeció de su mayordomo hasta ese momento fiel, y percibe su necesidad, necesidad que Adán desconocía, pero Dios sí sabía cuál era.“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombrepuso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él”.(Génesis 2:18-20).¿Estaba Adán realmente solo? Estaba muy bien acompañado, Dios mismo estaba con él. Pero aun así Adán requería de una ayuda especial, complementaria. Dios se decía así mismo, “No es bueno que el hombre viva sin amor”.Y por eso Dios hizo algo importante para el amado Adán, le dio a Eva, su mujer su complemento para sellarlos por siempre. Cuando el hombre vio a su mujer, cantó de gozo, porque había hallado lo que necesitaba desde siempre: “Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada”, (Génesis 2:23).¡Es esto! No sabía lo que era, pero ahora que la veo, me he dado cuenta de que sí, es ella. Y ahora seremos una misma carne, un mismo cuerpo, una misma familia, porque en alma y Espíritu éramos uno ya. Y por eso serás mi esposa, porque Dios te hizo para mí.Y Dios hizo de aquel encuentro el sello de una unión inquebrantable: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”,(Génesis 2:24). Esta es la base del amor cristiano, una unión eterna para el goce y disfrute de los cónyuges, con la anuencia de nuestro Padre celestial. Siglos más tarde el Señor encarnado declaró: “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”, (Mateo 19:6).La enseñanza cristiana acerca del amor sexual, como base para un matrimonio indisoluble solo por la voluntad de Dios, está presente desde los albores mismos de la Humanidad, llegando a nuestros días. 

Copiado de destellodesugloria.org

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