Nadie
antes me dijo que me amaba de la manera que Él lo dice.
Nadie
antes me demostró tanta pasión dándose por completo por mí.
Nadie
antes me tomo sin nada y me lleno de todo sin condición.
Nadie
antes me dio sin límites hasta saciarme el alma.
Nadie
antes me prometió la vida dando la suya como un sello.
Nadie antes me cambio mi tontería y la convirtió en sabiduría
como Él lo hace ahora.
Nadie antes me transformo mi inquietud y
la traslado a paz segura por tan largo tiempo.
Nadie
antes me entendió tan grande sin hablarle mi historia.
Nadie
antes me hizo reír después de secar mis lágrimas con gran consuelo.
Nadie
antes me enseño a vivir en medio de la nada y luego me premio con todo.
Nadie
antes me levanto las manos sin fuerzas y me hizo un triunfador.
Nadie
antes me sano mis heridas con tan suave aceite.
Y
es que este ser es tan grande, que aun después de tanto tiempo, sigue siendo el
mismo y no cambia. Su amor es incondicional, no me miente, solo me ama. Él es Jesús
mi gran amigo, mi hermano, mi padre y mi madre. Sí, Él toma forma de quien sea,
según la necesidad en mi vida, Él me comprende y me consuela, con cuanto amor
me sostiene. Oh bendito sea el día, que Él llego a mi vida!
(Por Ibeth)
(Por Ibeth)
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