Hay un deseo muy grande de decir perdón, me equivoque, necesito
ayuda, estoy muy mal, necesito un cambio, mis malas decisiones me están matando y
te pienso en la mente y el corazón de alguien. El problema es que el orgullo no
permite que esto se reconozca. Es necesario que venga la humildad y mate este
monstruo que solamente se interfiere para que no obtengas tu
felicidad.
Cuando Dios llega a la vida del ser humano viene y desnuda el corazón,
lo confronta con sus propias emociones, malas y buenas hasta descubrirlas de
raíz. Es necesario entonces que se reconozca lo malo y se acepte el bien,
aunque cueste acostumbrarse a este. Importante es el deshacer de raíz todo mal
hábito, aunque duela, pero valdrá la pena si es con el fin de comenzar de nuevo
para un cambio positivo, la lucha es buena, todo tiene un propósito y llegara a
su tiempo. No insistas en dejar que la altivez y el ego tomen el control en tu
vida ahora, si esto sucede iras camino a un descontrol emocional de soledad.
Eres tu quien tiene el poder de dejar que todo cambie para un seguro bienestar,
tuyo y de los demás en tu entorno familiar.
Vive con humildad y tendrás mucha dicha en todo, recuerda la humildad
mata el orgullo.
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