Mami siempre me decía que no hay peor sordo que aquel
que no quiere escuchar. Cuantas veces has escuchado la misma cantaleta de
siempre y solamente son palabras nada más, pero has puesto atención a esa
cantaleta? El problema en este mundo es que no tomamos el tiempo para
escuchar, para entender cada palabra que se nos dice, y gracias a eso seguimos
en la misma situación, en la misma marcha sin avanzar ni cambiar.
El ser humano tiene dos oídos y sin embargo no usa ni uno cuando de
prestar atención se trata, es como decían nuestros padres: todo lo
que se te dice te entra en un oído y te sale por el otro! Esto es muy común en
la vida de adolescencia, pero en la vida de un adulto es como de ponerse a reflexionar,
no crees? He visto adultos cometer el mismo error y vivir en el mismo problema,
se quejan diariamente por la vida que llevan pero no hacen nada para prestar atención
a lo que Dios ha estado tratando de decirles desde hace tiempo. Viven una vida
sin temor, su ego es lo único que cuidan y alimentan, y lo que suceda a su
alrededor aun en su mismo entorno familiar les importa muy poco. Cuando las
consecuencias vienen lloran y reclaman a Dios, esto me da mucha risa
porque; viven conforme a su yo, hacen lo que se les da la gana, satisfacen sus deseos
y luego cuando el mundo se les cae reclaman a Dios. Y entonces que tiene que
ver Dios en ese problema? Si al fin y al cabo a Él ni en cuenta se le tomo,
cuando el trato de hablar por medio de otros, simplemente se le ignoro, así que es tiempo de pagar consecuencia sin quejarse.
Lo bello de Dios es
que aun en medio de la prueba por culpa propia, Él siempre llega al rescate,
como un buen padre, dispuesto a ayudar y a comenzar de nuevo la lección. Nunca
es tarde para tratar de nuevo, para comenzar, recuerda presta atención al
escuchar. Un Proverbio en la Biblia dice así: Querido
jovencito, ten presente lo que te digo y obedece mis mandamientos. Cúmplelos, y
vivirás; grábalos en tu mente, nunca te olvides de ellos. Cuida mis
enseñanzas como a tu propia vida. Hazte hermano de la
sabiduría; hazte amigo del conocimiento.
Lindo día para ti. Tú
amiga, Ibeth.
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