Para algunos el servir a Dios es un
tiempo perdido, es una vida aburrida, un derroche de tantas cosas que este
mundo ofrece, es como vivir sin sentido.
Sin embargo para el que ama a Dios es todo lo
contrario, es una vida con luz, con propósito.
Es como que de repente se vuelve a ver claramente después
de vivir un mundo tan oscuro y tan confundido. La búsqueda de lo que llama
felicidad para el humano, lo llevan muchas veces a refugiarse en su propio ego,
en su búsqueda muchas veces creen tenerlo todo y luego es como que inmediatamente
lo pierden, es una lucha de sobresalir y hundirse en lo oculto, de disfrutar al
máximo y luego caer en la tristeza. No es común escuchar al ser humano decir
que es completamente desdichado haciendo lo que se le da la gana, jamás acepta
su derrota ante otros, al contrario se jacta de cuan feliz es pero la realidad
es otra. En su intimidad donde no hay más nadie que él y Dios, es su queja y su
dolor, es su rechazo hacia sí mismo, su decepción ante lo que él llama vivir,
ante lo que lo tiene atrapado. Es de valientes el ser humildes, reconocer a
Dios y dar el giro y comenzar de cero para un cambio completo. No hay valentía
más grande en el ser humano que vivir en la voluntad de Dios.
El servir a Dios no es un tiempo perdido, es un tiempo
bien invertido. Quien dice que no hay vida más allá de la muerte? La duda está
en muchos, pero aun así no quieren la verdad porque les afectaría su actual
manera de vivir. Caminar conforme la voluntad de Dios es el deleite más grande
para quien lo practica, no hay placer más agradable para el que sirve a Dios, que
saber que cuando está en la voluntad de Dios todo obrara para bien y que la recompesa sera al final mucho mayor.
Atentamente tu amiga, Ibeth.
Atentamente tu amiga, Ibeth.
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