"He aprendido"
He aprendido que no
siempre me van aplaudir. He aprendido que no siempre les caeré bien a todos. He
aprendido que no tengo que convencer a nadie de lo que soy, que Dios si está
convencido de mí y eso basta. He aprendido que no todos entenderán mis ideas y
mi manera de actuar ante ciertas situaciones. He aprendido que mis experiencias
y mis tormentos han obrado para bien y que nadie tiene que entenderme porque
con Dios es suficiente. He aprendido que en este mundo tendré a miles de
personas pero pocas quedaran en mi corazón por siempre. He aprendido que cuando
alguien me esquiva, me ignora, me toma por poco al final Dios les revela lo que
había en mí y lo que dejaron ir, y no lo digo con orgullo, lo digo con convicción
por lo que Dios ha hecho dentro de mí. He aprendido que Dios siempre usa personas menos
esperadas en nuestra vida, para traer respuestas grandiosas y abrir puertas departe de él. He aprendido
que no siempre tengo que creer en lo que otros me dicen de otros, hasta conocer
el otro lado de la moneda. He aprendido que las personas solo cuentan lo que
les conviene, encierran su propia culpa y responsabilidad para ser vistos como víctimas,
cuando muchas veces son los responsables de su propia desdicha por el orgullo
que en ellos habita. He aprendido a no menospreciar a nadie por más bajo o
insignificante que sea, porque de lo más vil Dios hace seres humanos humildes y
grandiosos que avergüenzan a los altivos y arrogantes en esta tierra. He
aprendido que de nada sirve tener todo el dinero y fama en el mundo, si no se
tiene la dicha de contar en tu entorno y tu interior con Dios, una fe, humildad
y una familia. He aprendido que jamás debo decir nunca seré igual a tal
persona, porque la vida da vueltas y muchas veces nuestros propios dichos nos
enredan en redes no deseadas pero proclamadas. He aprendido a perdonar pese a
todo sentimiento y emoción, aunque la ofensa haya sido fuerte, sangrienta, difícil
y aun duela, porque al perdonar soy yo quien me libero de cadenas que atan,
paralizan y hacen sufrir más mi corazón. He aprendido que de mi puede brotar la
más dulce palabra de ánimo hacia los demás, pero también puede brotar la peor maldición
que llega a causar desgracia, por lo tanto retengo mi lengua y no digo nada. He
aprendido que lo que desee a los demás estoy deseando también para mí y que al
final todo regresa en doble porción aunque no lo quiera. He aprendido a siempre
sonreír en medio de toda circunstancia y de cualquier persona porque al hacerlo
quito nubes grisis y calmo grandes tormentas. He aprendido que Dios es mi refugio
en todo tiempo, que él me cubre, me protege, él es mi escudo en todo momento.
He aprendido que lo que vivo con mi Dios no es una religión, que es simplemente
una relación, una amistad sincera, una convivencia que me mantiene en alerta y
seguridad por la confianza que he depositado en él. He aprendido amar a Dios
sobre todas las cosas y sobre cualquier persona, porque amándolo a él entiendo
el significado verdadero de lo que es amar. He aprendido a amarme primero a mí,
antes que a otra persona a mi alrededor, porque amándome a mi aprendo a dar de
verdad con el corazón lo que debo. He aprendido a respetar a las personas pese
a su religión, color, creencia, etc. Porque eso me enseña Dios en su palabra,
pero a despreciar el pecado por más tierno que parezca. He aprendido que por
ser como soy no siempre seré catalogada con una buena etiqueta, que muchos me juzgaran,
que aun en mi familia pueden algunos verme defectos pero aun así podemos seguir amándonos
y apoyándonos en medio de este mundo tan incierto. He aprendido que a pesar de
las pruebas los únicos que se quedan realmente contigo en tus peores batallas
son aquellos que despreciaste en un momento su consejo, que tu familia te amara
pese a todo y tus defectos. He aprendido que no a todos se les puede llamar
amigos, que amigos hay pocos y el que los encuentra encontró un tesoro. He
aprendido a ser feliz cuando entendí que estar triste era perder mi tiempo, que
la felicidad depende de mí y de la manera que tome las situaciones en mi vida,
que las pruebas no son problemas si no retos. He aprendido que no hay castigos
de Dios ni mala suerte en esta tierra, que solamente hay consecuencias que yo
misma cause por no haber tomado decisiones correctas en ciertos momentos.
He aprendido, estoy aprendiendo y aprenderé mucho, este espacio no me alcanzaría
ni jamás terminaría porque aún sigo este camino lleno de lecciones grandes, pero
que con letras dejo plasmadas a quienes detrás de mí vienen. Soy simplemente un
discípulo aprendiendo cada día de su maestro. Aún queda mucho por recorrer y
espero un día graduarme con honores de esta vida tan bella y difícil a la vez.
Si, espero un día poder decir en presencia del que me enseño, “He aprendido Señor
y muchas gracias por tu paciencia”.
Por: Ibeth Herwing-Alesio.
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